No, no es relevante la luz que nos inunda en este momento privilegiado y único, sino la menguadísima sombra que se resiste a partir. No, no son noticias las decenas de miles de personas que en el País Vasco se han arrancado en una nueva vida, están realizando su recorrido, tan difícil como decisivo, del rencor al perdón. No, no es de llevar a portada la conciencia insobornable de paz y de reconciliación que desborda los rincones de Euskadi. No, no es de reseñar el anhelo irreductible de todo un pueblo de construir un futuro para todos y para todas sin excepción, la voluntad de aprender de los errores del pasado. No, no son buena nueva las iniciativas artísticas, culturales y sociales que un día sí y al otro también se suceden en nuestra geografía en el anhelo de derribar las barreras y fronteras humanas del pasado, de fomentar la armonía entre los otrora diferentes. La noticia son los cuatro y un tambor que aún se agarran a la violencia, no porque ahora la promuevan, sino porque no quieren reconocer lo baldío de su pasado. El importante diario adquiere una enorme responsabilidad suscitando bilis, alentando rencores, fomentando y tratando baldiamente de perpetuar un ambiente de tensión. La responsabilidad de los medios de comunicación en el asentamiento de nuestra paz es absoluta. Más pronto que tarde se den cuenta de ello sus responsables. Para vender cuatro periódicos más no es necesario desenterrar la miseria; para hacer más tirada será preciso ensalzar valores y dar micrófono a quienes en verdad los defienden. |
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