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El milagro de cada instante

Las ramas secas que corté ayer tarde son el calor del té verde que hoy atraviesa con placer mi garganta a primera hora. La luz del Sol va muy despacio impregnándolo todo y de repente me doy cuenta que me hallo en medio de un bosque maravilloso, en compañía de cientos de hermanos erguidos, robles, castaños, abedules….Vivir en la naturaleza, es simplemente vivir cerca del milagro. La vida aquí en O Couso es sumamente austera, pero el milagro te persigue a cada instante. De alguna forma algo de eso pretendemos demostrar: la vida sencilla puede no sólo ser bella, no sólo gozosa y sostenible, sino también milagrosa. Más nos alejamos de la naturaleza, más lo hacemos del milagro. Llegamos al asfalto y es cuando ese mágico orden comienza a desaparecer, cunde la desorientación pues no hay ritmo, ni constancia de leyes naturales. Las preguntas no hallan fácilmente respuestas.

Estos días estoy leyendo un libro maravilloso sobre la vida San Pablo, escrita por el maestro espírita, Francisco Cândido Xavier. Una y otra vez, acurrucado en las sábanas de franela, cuando me invade la fuerza y el coraje del apóstol que llevó la buena nueva, el espíritu del amor fraterno por Medio Oriente, Grecia y Roma, me pregunto cómo actuaría hoy el heroico servidor de Tarso. El otrora “talibán” de la Ley de Moisés seguramente no predicaría en las plazas de hoy el evangelio del Nazareno, seguramente su evangelio en nuestros días sería más silente, más de testimonio y ejemplo.

Muchas veces pienso en el Sur, en el compromiso solidario pendiente con los desheredados de la Tierra, pero ahora también , mientras que tecleo junto al fuego de la cabaña, siento que aquí y ahora, desde este Norte austero, ghandiano estamos haciendo igualmente por el Sur. Estamos demostrando que una vida sencilla y por lo tanto solidaria, puede ser tan feliz o más que otra rodeada de sobrado confort y bienes materiales. Estamos demostrando que la Tierra podría ser un jardín poblado de sencillas cabañitas, colmado de comunidades que colaboran y comparten.

Esta mañana al tomar el té caliente, he pensado que estamos donde teníamos que estar, levantando un nuevo mundo al alcance de todos y por supuesto sostenible en el futuro; estamos construyendo la nueva cabaña de nuestro amigo Memo, abriendo zanjas para llevar agua a nuestras pequeñas casas del bosque, cocinando las alubias con llama de leña… Cocinamos el potaje igual que el mañana, a muy lento, pero esperanzado fuego.

Seguramente no teníamos que estar en Antioquía, ni en Corintio, ni en Tesalónica creando iglesia..., seguramente no tocaba estar en el Sur de la mano de una ONG..., seguramente ahora correspondía estar junto a este fuego, a la vera de esta ventana escribiendo estas “epístolas” para la nueva trama de hermandad. Estamos también creando una red de nuevos “cristianos”, una red de hombres y mujeres que optan por una vida alternativa, respetuosa y reverencia para con la Tierra, nuestra Madre. Fomentamos una nueva red de solidaridad universal, de amor crístico sin fronteras entre todos los “gentiles”.
En este sincero afán, podamos concitar el apoyo del Cielo.

* SI alguien desea el libro de San Pablo mencionado, se lo envío encantado por correo electrónico (koldo@portaldorado.com). Me lo han facilitado desde el Centro Espírita de Coruña.

 
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